PROYECTO DE INVESTIGACIÓN DE CÉSAR SECO Parte 2
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Del rumor de mis límites


Retraerse. Crujir
de frío y de calor afuera.
Volver a entrar
ahíto de intemperie.
Seguir en esta duración
sin historia
con sólo desgarrones y sabores,
premuras y albricias
que no llegan a ser
lo que se quiere refutar, acoger,
lograr que nos concierna.



Quiero hablarte, palabra,
ser tu voz
y que tú seas la palabra de mi voz.
Te convido a decir
seguro de que dices
pero no conmigo
sabiendo que yo digo
pero no contigo.
Te convido a decirnos.








El presagio

Escuchad
Yo, el fugitivo
perseguido por la sombra convulsiva del gavilán
tocada mi frente por su ala fatídica
presagio
un mediodía exento de podredumbre
inmune a los vómitos hostiles del vicio
un mediodía al margen de las concupiscencias
al margen de los refinamientos obsequiosos
de las represalias y el crimen.
Escuchad
antes relato
la imagen inalterable del sacrificio
el reverso conmovedor de la sangre desecada
refiero esta aterradora pesadumbre
este ultraje desmesurado insensato
entre otras cosas señalo
la soberbia palúdica del victimario.
Escuchad
Yo, el fugitivo
sobreviviendo gracias a mi carne infatigable
perseguido por el odio exacerbado
de los verdugos
nutrido de narcóticos antiguos
amenazado
en acecho de día y de noche
anuncio
la miseria desfallecida
el miedo que se desvanece inútil soñoliento
y sobre todo anuncio
un mediodía expuesto al aire libre
un mediodía sonriendo a plena luz
todo un mediodía
y un retoñar imprevisto.
Ese es mi presagio.

Pequeño brindis


A Luis Gonzalo, Rafael Simón y Lenín

Nada somos para la eternidad
y sin embargo
hay tanta eternidad en el simple vivir
el universo
no alcanza para nombrar la vida
cualquiera sea el instante o el sitio
podemos regresar a los relámpagos de la primera luz
y volver a escuchar aquella canción que cantaba la madre
con su santa ternura
y que un día retorna
desde la desmemoria o el olvido
como tejiendo escarpines de niebla
y entonces el mundo vuelve a ser edénico
se llena de brisas y fragancias
y regresamos al juego de canicas
a la cacería de luciérnagas
o simplemente
al asombro inicial de los recuerdos
el tiempo como el mar
eternamente recomienza y somos
aunque nada seamos
construimos papagayos o imperios para sobrevivir
viajamos en barcos de papel
por esos mares encrespados
que desata la lluvia en las calles nocturnas solitarias
de la ciudad y soñamos
porque el sueño es la vida
sobrevivimos
porque la vida es el universo en una gota de la eternidad
la eternidad es una gota de la vida
bien vale entonces
apurar un sorbo de sueño
y brindar por ese breve instante que nos hace inmortales
aunque tan poco seamos
más allá del simple deseo de vivir


Neederlands


Amo a Holanda, a sus puertos rumorosos
y disidentes. Amo al arenque;
a la desembocadura del Rhin; a Leiden,
sencilla y suave como un sauce;
A Rembrandt, con humildad, con reverencia.
Y a esa dicha del ser, que es innombrable,
el paisaje de Delft (la intimidad
del hombre con los ángeles).
Pero sobre todas las cosas, amo
su voluntad de ser sobre las aguas;
su afirmación, contra el destino, de la vida.
Y toda esa historia de diques, de drenajes,
de ganarle al mar un día de tierra,
se me vuelve tan hermosa,
tan plena de sentido entre mis labios;
que al verte hoy, muchacha, de rubia,
de frondosa cabellera y ojos claros,
no sé que hacer con la abundancia,
con esta gratitud a un pueblo entero
que me ha permitido, gratia plena,
conocerte.



Cuando Gardel llegó a Caracas


Cuando Gardel llegó a Caracas, y yo
sólo era una invención acrobática
que saltaba en otros cuerpos,
vino porque yo lo llamé.
Esto no lo sabe nadie,
ni está en las antologías del tango.
La ventanita que aparece en su cabeza,
y que todos conocen
yo se la dibujé mientras
dormía en el Magestic
Recuerdo que robé su guitarra
y me fui a dar serenatas
con los caballos
por los lados de la Pastora.
Después me perdí en la noche
y me encontraron cansado
veinte años
en el Km sur
lamiendo teteros de leche desinfectada.









Memoriales


Para la sed de estos confines
Dios sopló cada punta
de la estrella espinal del cactus.
Hubo dudas, hasta que la noche
de caza y carburo
llenó a los hombres
dedolor y materia
y la piel se les volvió roja
como un punto volcánico.
Quiso el cactus altera
los planes del hombre
y se petrificó apuntando hacia
los cuerpos celestes de Dios.
Opuesto Dios a toda desazón,
en el patio de troquelar
el alma de los ángeles,
logró que el hombre sucumbiera
por primera vez frente a los memoriales.

de En el confuso olor de los climas, 1983


La trompeta culpable


Hace una semana o tal vez más,
quizá hace dos, o un mes
sueño que toco la trompeta.
Una mujer me dice que no puede ser
que ella jamás imaginó un sonido tan sublime.
Pero yo la toco otra vez
y le demuestro que los sonidos salen
como flujo magnético
metiéndose en el almuerzo
y provocando exclamaciones
en los demás asistentes.
Mis dedos en los pistones
on pequeñas serpientes doradas.
Alguien que no veo me aplaude,
después mi mujer me golpea con una cuchara,
luego mi hijo me dice que le duele
el oído.
Yo sigo hasta formar parte de un conjunto
famoso por beber whisky en los ensayos.
después llega mi madre y me reprende
me dice que voy a despertar a los muertos de la cuadra.

Mi trompeta va a dar a su estuche de felpa.

Entonces la primera mujer me vuelve a decir
que ella no lo cree
que yo estoy soñando y que ella sin embargo
me ama.
Yo me despierto cansado,
viendo a mi almohada asustada
arañándome la cara.

Palabras de mayo en Georgetown


Hoy es un día de paraguas y sonidos desconocidos
Donde los collares de la tarde se visten escurridizos
La fresca herradura colonial en los rostros de las casas
Y tantos caminos que llevan a una fiesta de frutos abiertos al sol
El riesgo de la distancia que no distingue porvenir
Esa gota melancólica que hace agujeros en el desvarío
Los atuendos floridos que acercan a tus señas XIO
Cierta rebelión con sabor a jengibre que toca las entrañas
Puerto España la dejé estancada en el aliento de sus cayenas
La sombra de la despedida
Y tu jardín que persigue el blanco en sus rincones
Regusto por el escandaloso mediodìa donde me urge contrincante
El hotel y su pasillo de abstracciones que me siembran calor reflexivo
Dramàtico espejo luminoso cuando el olvido no toma camino
Aquì se funden las pisadas del cordial silencio
Mi hombro de guerrero diestro en perder esplendorosas batallas
La tranquilidad que agota lo venidero
Y un derroche de flores en los extremos que tiñen los párpados
Hay amores que se guardan en las esquinas
Mientras un contingente de pájaros indica el río que reclama retorno
La búsqueda de lo femenino que se diluye
Tanto pesimismo en los labios de una muerte que no llega al cielo
No sè en que momento tus manos se fueron con el desencuentro
Y esas palabras que ya no llegan en tu sexo y melodía
La nada es un misterio que calma la exactitud de tus pechos
El castillo derrumbado en las enredaderas del amanecer
Donde cavilo
Un azul derramado que esconde en sus pliegues mis traviesos fantasmas.

Profecía de la locura


Fui expulsado al sueño temprano de un desierto
A rondar sin voz un solo lado de la fuerza
No era hambre ni cansancio la súbita mano del escombro
¿Qué tierra pueden andar unos pies si nada tienen ?

No es atavío de los dioses yo vagar en primera muerte
¿Acaso huyo sin forma temiendo el eco del arado ?
Extraviado me adentro en una piel que creció mientras soñaba
La tierra ya no es baldía como hoy tanto es ausente

El pájaro con el estruendo lo alejaron de nosotros.
















Nos elevamos inmóviles y en el aire


atravesamos ese cristal que pica.

Bajo la taza oscura
asistimos a la fiesta
que se demora en las brasas.

Permanecemos en estos días lluviosos o de verano
cumpliendo los ritos que fastidian:
el saludo a los vecinos, la feria del mercado,
el apunte de algo sin abrigo posible.

Insistimos en el éxodo de cuerpos,
en la dignidad de esa derrota.

Humillados en la fortaleza que hemos inventado
mientras llega el resplandor.

De Palabra o indigencia, 2000





La sosegada voz de la testigo


Deseo
Recojámonos en esta habitación
y no salgamos de ella
nunca
Veamos desde allí
chorrear los vendavales
ríos que traen ramas, piedras.
No nos interesan. Seamos cabales
cobardes
durante el tiempo que
hemos tomado en préstamo,
ya que nada acontece
que nos distraiga.
Hasta que otro día anochezca.

De País, 2007












Puerta de Salamanca


Allí encontramos el germen
el pedazo de la noche
Carlos Contramaestre

De las sombras un solo espacio
la vuelta al vano de una espera
donde el tiempo atisba llagas
y memorias

La Torre del Calvero rumia
la sombra del adobe,
el siglo aumenta el pulso
y la sangre visigoda se libera
de entusiasmos
la mirada vacía de quien transita
sin mirar atrás

Salamanca es un argumento. Un punto de espasmo donde la muerte abunda. El último tren agota la hora extraviada.
Un pájaro imposible cavila en la Iglesia Vieja, y el río resume la eternidad en un hombre que mira la devota peregrinación de los inviernos.






Poética


Ambiguo,
oscuro,
críptico,
que no se entienda,
escribe tu poema, Hermes.

Déjalo rodar entre la inculta plebe

Yo fundaré las claves para conocerlo;
seré el puente de tanta necedad;
tantos gatos buscándole cinco patas a un hombre;
tanta ambigua, oscura, críptica teoría
para decirnos algo de la indecible nada.

Transparente,
solar,
nido de pájaro,
escribe tu poema, Homero.

El tiempo se encargará de oscurecerlo.









El árbol de mango


Para venir a poseerlo todo
no quieras poseer algo en nada.
San Juan De la Cruz

El árbol de mango
es inmortal
y no necesita de lo humano.
Forma umbríos claros
en lo denso del monte
y ahí perdura.
La palma
podrá sostener al mundo,
pero el mango
ha aceptado
la oscura llamada del bien.
Porque no quería tener
algo en nada
se ha ido:
más allá de las dunas azules,
entre madroños y píritus
de negra espina.
Allí
donde dos ríos se unen
como semblantes de soledad.

De Tierranegra, Premio Concurso de Literatura Mención Poesía 1993, en Homenaje a Efraín Hurtado.






Dieciocho


¿Acaso no son tres las dimensiones
que salvan al plano de su opacidad
y causan el prodigio del volumen?
¿No son tres las personas del verbo
y la trinidad un misterio divino?
¿No fueron tres las veces que negaron a Cristo
y no fue el tercero el día de su resurrección?
¿No son tres los poderes de la república
y un tercero el fruto de dos?
¿No empuña Poseidón un tridente
y tres los sujetos de un engaño?
¿No son tres los lados del tallo de un papiro
y triangulares los cuatro planos de la pirámide
y el trébol de cuatro hojas la excepción más infrecuente?






Calles


Desoladas calles donde nací
donde los esternones levantan chispas al caer
alles llenas de bares de penas
No existen risas ni esperanzas
sólo manos en abandono
y enronquecidas gargantas vacías de luz
y cantos
¡OH! calles de mi pueblo
desesperadas calles
es tu recuerdo el que infla estas velas de ira
el que vuela este papagayo de añoranza.











Los poetas cuando viajan


Los poetas
cuando viajan
son como hermanos
que el padre lleva
de excursión y toman
por la carretera como
por un río que los conduce a algo
parecido a la felicidad.

II

Son como niños los poetas
cuando viajan y se asoman
por las ventanillas a respirar
el aire verde gris de las afueras:
más allá de las últimas pancartas
donde la ciudad se vuelve a medias campo,
suburbio de industria o basurero,
ellos encuentran el límite dichoso
donde comienza por un tiempo
el fin de la rutina
que aborrecen tanto
como los demás
su oficio cotidiano. Adoran,
como ellos, el turismo.

...


Árbol del ángel


A la memoria de mi madre


Hay un árbol de las alturas del mar
Un árbol de oro
en donde dicta la justicia el ángel
Las venas del árbol recorridas por astros
Las hojas del árbol azules
Las flores del árbol amarillas
Una llovizna más o menos cierta
una música y un aire nocturno
componen la atmósfera del árbol

Ahí el ángel milenario
ha levantado su espalda
Ahí el huracán sobrehumano
El carácter diabólico del ángel
dictamina sobre nuestras pasiones
muertes, odios, espantos
Ahí el ángel anuncia su dictamen
señalándonos en la frente
Poniendo nuestro corazón al desnudo

El árbol eterno que somos siempre
El árbol íngrimo

Y hay música.

Paciendo los pastos



Aquella vaca desbrozando maleza
en la costa de las empalizadas.
Las comisuras espumando el racimo
de hojas verde pardo.
Comisuras de cuero usado,
belfos temblando
al ritmo de la espuma,
de la saliva,
de la vida de adentro.
Aquella vaca de las palabras altas,
paciendo de los pastos,
de la paz ingénita de los pastos.

de Vaquería (1992).





Absolutamente nada



(él es el mensaje)


ciento cincuenta canales
de televisión y nada que ver
absolutamente nada
la misma mujer el mismo
hombre los mismos
repitiendo infinitamente
el absoluto sin sentido
de sus vidas en pantalla
chica sus vidas chicas
en pantalla donde
únicamente es noticia
verdadera la apariencia
el control electrónico
saltando de la nada
a la sometida existencia
que muele sobre ti.



















Fauno


En la cueva del fauno
un mechón de cabellos
lo torna melancólico
Su oficio nunca fue asediado por nostalgias
En la carne buscó siempre su sustento
Ni miradas
Ni sonrisas
Ni gestos de ninfas
llamaron antes la atención de sus sentidos
Esos cabellos colgados
en un saliente de la cueva
junto al deseo de volar
hacen del fauno una caricatura del rayo
círculo caído en sosiego
cansancio de tridentes

Es la muerte del fauno
La nación del frío
Él que nunca fue doncel
también ha sido
cribado en el tiempo.


Mudanza


De abajo veníamos siguiendo la luz de unas hojas verdes.
Era invierno en los ríos. Empezaba a subir la corriente.
El pueblo se reconocía en una sola casa que aspiraba
el horizonte.
Yo no tuve grandes enseres que mudar, iba escotero
con los ojos inmensos como techo de cielo.
Llegando se sienten los colores
y uno los reúne en el temblor de la sangre.
Mi casa se quedó en la planicie ancha del universo.
Mi caballo se quedó en la doma del vaquero
que me cuida las reses en la sabana.
De repente dejé el pensamiento,
al garete rozaba el parabrisas.
Entraba a las carreteras. Largas cuerdas tendidas
hacia algún lugar.
Esta ciudad es muy grande. No es un pueblo.
En esta ciudad no hay caballos, ni vacas, ni toros.
Tendrá un río. Una plaza, una gallera y un cine.
Pero no es un pueblo.









Miedo de ser


la huella de mi padre
lo has sido siempre

aunque me digo
caminé por lugares nuevos
y sonreí
a lo que él nunca
se hubiera atrevido descalzo

mi padre ya no sabe quién soy
y yo cada vez
voy sabiéndome él

con la desobediencia habitual
de un río.





















Volver a casa


Nos queda la calle de ayer
y la misma lealtad de una costumbre
Rainer María Rilke

Al regresar de viaje
hay que rehacer los vínculos
las conexiones ínfimas, las raicillas rotas,
reanudar el arraigo que se dejó latente,
y recobrar la tos, la hora del remedio.
Curarse la nariz envilecida ayer
por un frío extranjero, parentorio,
y rellenar postulan la hipótesis
de que uno es quien ha vuelto, un presencia plena,
con dirección que puede ofrecer al taxista
mientras el taxi asmático remonta las colinas.
Las ropas, los zapatos, huyen de la maleta,
se insertan en el orden de siempre, con alivio.
Y la casa reincide en su respiración,
en su complicidad de bestia cuidadosa.
Uno encuentra los grifos, los switches de la luz,
las corrientes de aire en la mañana calma,
y restaurar los tubos que le traen agua al cuerpo,
un agua que circula por dentro, como propia,
que refresca el descanso con húmeda paciencia,
y permite a la voz más personal fingir
la mentira prudente de ser alguien.
de Habitar el instante, 2005


Gulima


Aquí el agua
es más alta

casi conversa
en el cielo

también es un río sagrado
hacia la casa del hombre

aquí la niebla

es una hoguera blanca
que no incendia los árboles

es una tribu antigua
que regresa a la tierra.





Mi padre


No sé si es mi padre
el que hoy habla
No sé si es su sombra
la negra caligrafía
que se quiebra debajo de mi mano
No sé quién murmura en esta página
ni esparce silencios en sus costados
Tal vez mi padre allí se encuentre
Envuelto en la vigilia de la letra
y yo
delante de la mesa
me abisme en el espejo

No sé aún
si es mi padre el que hoy escribe
mientras cruzo los espejismos del insomnio...








La casa


a Orlando Chirinos

La casa sale por el costado de los ojos,
habita en la transparencia
de un animal impreciso
sumergido en el sonido
de un color sepia,
duerme en el grito
tejidode charcos
y de ondas,
sabe de las mudanzas
al solar de las iguanas
encargadas de transportar
las huellas de la niebla.
La casa guarda los aposentos
de un punto de desmembración.






En el lupanar del cielo


Vivo en este lupanar del cielo
en este suburbio de la eternidad

Hasta aquí llegan
los cantos de la plaza inmortal
los coros inefables
es un rumor de olas
un perfume

Hasta aquí llega la brisa incrustada de oro
mientras miro nostálgico hacia el horizonte
con la esperanza de ver.











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